MUDO
Más de 4679 emociones, en días con sonrisas, llantos, rabia, fueron breves, vividos dentro de un rayo que duró más de un año. Era de esos bien plateados, con luz cegadora, como cuando subías al tobogán del parque y al llegar a lo alto, mirabas al sol, era lo más alto, tu cabeza veía puntos de distintos tamaños de color negro, era molesto, pero adictivo, lo hacías una y otra vez.
Silencios que no buscaba, en donde encontraba cada respuesta. Se hablaba de lo mismo, al vacío.
Nunca me imaginé que la voz de mi conciencia sería tan joven.
Ese rayo se volvió violento, turbio, sarnoso, turbulento, y me arrancó esos momentos, como descarozando mis ideas, tambaleante en la noche buscaba un camino, no veía nada, sólo sentía que me estaba alcanzando, empezó por mis pies, lo quemó con sólo tocarlo, mis uñas arañaban las baldosas color manteca con rayones de alguna taquilla que se paseaba cotidianamente, pasó por mi cuerpo desapercibido, hasta que llegó a mi corazón, lo cortó en 4 pedazos, uno de ellos me lo metió en la espalda, mi columna se descarrilaba, el otro lo incrustó en mi cabeza, salían recuerdos de mi infancia, no quería perderlos, me aferraba a ellos, los otros dos pedazos, los tiró a la calle, en espera del camión de basura, o de algún amante.
Yo no quise.
Sucedió.
Corro.
Vienen por mí.
No tengo culpas.
Silencios que no buscaba, en donde encontraba cada respuesta. Se hablaba de lo mismo, al vacío.
Nunca me imaginé que la voz de mi conciencia sería tan joven.
Ese rayo se volvió violento, turbio, sarnoso, turbulento, y me arrancó esos momentos, como descarozando mis ideas, tambaleante en la noche buscaba un camino, no veía nada, sólo sentía que me estaba alcanzando, empezó por mis pies, lo quemó con sólo tocarlo, mis uñas arañaban las baldosas color manteca con rayones de alguna taquilla que se paseaba cotidianamente, pasó por mi cuerpo desapercibido, hasta que llegó a mi corazón, lo cortó en 4 pedazos, uno de ellos me lo metió en la espalda, mi columna se descarrilaba, el otro lo incrustó en mi cabeza, salían recuerdos de mi infancia, no quería perderlos, me aferraba a ellos, los otros dos pedazos, los tiró a la calle, en espera del camión de basura, o de algún amante.
Yo no quise.
Sucedió.
Corro.
Vienen por mí.
No tengo culpas.
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